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La más bella y rebelde hija menor del gran Jefe Yanesha, era la mejor danzarina que en la comunidad había. Bailaba cerca del agua, cerca del fuego, danzaba y danzaba... Era como un maquina incansable, pero sus delicados pies descalzos le dolian y sangraban.
El dios Yâto la vio hermosa, grácil y ágil. Embelesado por su imcomparable belleza, quizo darle lo mejor obsequio. Penso en algo adecuado, al mirar sus pies dañados, vio que era oportuno regalarle unosprotectores, para ello diseño un parde zapatos que eran únicos e imcomparables. Tenían el color del sol radiante, dos pares de tiras gigantes para a los tobillos y con pintitas de colores como el del metal precioso. Sin duda alguna, eran maravillosos, eran únicos. La intención era que el regalo no fuera rechazado por ningún motivo.
La niña se los puso de inmediato, muy alegremente la pequeña doncella bailó, danzó cuanto quiso, hasta que un día partió allá el dios Yâto. Toda la gente de la comunidad sitió mucho su temprano alejamiento, habían perdido a la más alegre, sentimental y gran belleza yanesha. Su féretro fue acompañado por toda la gente de su pueblo, quienes entre quejas y llanto acompañaban sus restos.
A su muerte dejó de acuerdo sus bellos calazados, los únicos en el mundo. Estos para durar una eternidad, como recuerdo de ésta bella y caprichosa.
En la tierra de Aneczú(Villa Rica) hay una Zapatito de la Reina, que es bella y fraganciosa, símbolo de la belleza, la alegría, la danza y del amor.
Profesora. Yleana Eguávil Arnaez. |
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